22-10-2009

~ Aventura de Otoño ~

Cuando era pequeñito soñaba con una persona completamente distinta a mí. Soñaba con una persona que me mantuviese durante mis saltos como si de un globo me tratara. Es por esa persona por la que me levanto en este momento, abro mis ojos, miro a mí alrededor y comienzo a correr. Una, dos, tres veces salto unos montes que se interponen frente a mi camino, intentando aferrar mis piernas a las hierbas enormes que crecen y se expanden por el lugar. Las esquivo ágilmente, me desprendo de algunas y me recupero para eludir a las oscuras bestias que se interponen entre mis pies y el gran barranco que se presenta. Salto, flotando segundos en el aire, sintiendo el viento golpear mi rostro suavemente, y caigo rodando en el otro extremo donde me espera una tormenta garrafal. No sucumbo. Sigo corriendo, en medio de la oscuridad, viendo luces fugaces que intentan confundir mi camino, y grandes árboles que intencionan bloquear mi viaje. Me pongo unas gafas contra luces extrañas y saco mis mágicos fósforos. Frente a los árboles prendo uno, extiendo el fuego a todos ellos, y comienzan a escapar y revolotear agitadamente mientras me escurro entre sus ramas intentando pasar al otro lado del peligroso camino. El bosque se agita. Salgo. Un sol ilumina mis ojos, me saco las gafas, y veo un hermoso arco iris en el cielo. Corro. El campo se encuentra lleno de flores de múltiples colores y aves por doquier. Sigo corriendo, hasta alcanzar el inicio de las luces coloreadas por la naturaleza, y pidiéndole permiso a los duendes trabajadores del lugar me subo al puente de ilusiones y apresuro el paso encima de él. Rojo, azul, verde, morado, amarillo. Todos acompañan mis pies, mientras observo las nubes sonreír, las personas bajo de mi saludar y el océano en el fondo retumbar. Sigo corriendo, y en medio del camino salto del arco iris para caer en una laguna de agua cristalina que no hace más que purificar mis energías, para continuar luego renovado. Salgo empapado, pero no me importa mientras pueda desafiar al tiempo aceleradamente. Se acerca un tren de pronto y me subo. Esta es la oportunidad. Viaja a la velocidad del sonido, lo que me ayudaría mucho en mi búsqueda, pienso, pero me ahorraría muchos peligros y asombros del camino. Lo decido. Así que me bajo saltando y nado. Nado una y otra vez. Aparece un violento remolino, causado por el rey de las bestias marinas, y me atrapa. Y cuando estaba a punto de ahogarme por haber tomado tan arriesgada decisión, tu mano toma mi derecha y me saca del agua. Aparezco entre tus brazos, bajo un bonito cielo, cercano al océano, arriba de una colina, acostados en el césped, con un arco iris regalándonos ese momento, con un buen sol y grandes árboles rodeándonos. Estaba durmiendo. A tu lado, solo soñando. Pero así llegué hacia ti hoy y cada día. Pasando todas esas aventuras. Por que así se siente cada vez que te veo a lo lejos y se encienden mis ganas de abrazarte fuertemente. Así es cómo vivo cada vez los momentos juntos. Si alguna vez tuviste dudas acerca de qué es lo que siento al tenerte cerca, pues así me siento: como una increíble fantasía de un héroe que ha encontrado un tesoro preciado, luego de peligros e ilusiones, gracias a un milagro de la vida. Te encontré. Me encontraste. Ambos lo somos.